domingo, 9 de mayo de 2010

Una imagen vale más que mil palabras


Hoy quiero hablaros de una parte de mi profesión, que aunque no he podido practicar mucho, me encantaría conocer más a fondo en un futuro próximo, os hablo del fotoperiodismo, informar a través de las fotografías. Para ello he escogido un fotógrafo y fotoperiodista francés muy conocido por una fotografía que recorrió el mundo y gracias a la cual ganó el premio del World Press Photo en 1986. Se trata de la fotografía de la agonía de Omayra Sánchez, la niña que murió atrapada en el barro en Armero después de la erupción del volcán Nevado del Ruiz en 1985 en Colombia. El fotógrafo, Frank Fournier logró inmortalizar el sufrimiento de esta niña pero a la vez sus ganas de vivir al fotografiarla. De este fotógrafo también son los reportajes sobre los niños enfermos de sida en Rumania, las víctimas de la guerra de Sarajevo y también de los atentados del 11-S.

La fotografía de Omayra salió a la luz pública unos meses después de su fallecimiento, pero des del momento en que lo hizo conmocionó a la sociedad, sobre todo por las acusaciones que recibió el gobierno colombiano al dar la espalda a esa niña y a muchas otras víctimas de esa catástrofe. Se cuestionó en todos los medios cómo el gobierno no fue capaz de ordenar una evacuación cuando previamente había sido avisado por los científicos sobre la posible erupción del volcán. Esta instantánea no sólo cuestionó la indiferencia del gobierno colombiano, lógicamente muy reprochable, sino también el papel del fotoperiodista, el eterno debate sobre si detrás de este tipo de imágenes hay morbosidad o profesionalidad. Personalmente no creo que haya morbosidad en una fotografía así, la verdad es que es muy buena, la conexión de los ojos de la niña con la cámara es increíble, la foto refleja perfectamente el dolor de esa niña y a la vez la fortaleza que tiene al soportar semejante tortura. Creo que gracias a fotografías como éstas, el resto del mundo conoce las barbaries de los más poderosos, es una forma más de informar. Aunque debo decir que yo como futura profesional del periodismo, creo que no sería capaz de inmortalizar un momento así, sólo pensaría en como ayudar a esa persona. Me gusta mi futura profesión pero en situaciones así, creo que vencería mi parte más humana y emocional. Y de hecho para este fotógrafo también es así, lo único es que en este caso, la ayuda no estaba en su mano, así describe lo que sintió al fotografiarla: Al tomar su fotografía me sentí totalmente incapaz, sin poder alguno de ayudarla. Ella enfrentaba la muerte con coraje y dignidad, sentía que su vida se le iba”.

Dejando al margen la polémica de esta fotografía, es necesario mencionar hablar de su vida profesional, Frank Fournir nació en 1948 en Saint-Server, Francia. Inició sus estudios de medicina pero pronto se dio cuenta que su vocación era la fotografía. Desde 1977 estuvo realizando diversas labores para la agencia Contact Press Image, hasta que en el 1982 pasó a formar del equipo de fotógrafos de dicha agencia. Sus trabajos son muy valorados y respetados no sólo por su calidad técnica y artística, sino por su calidad humana, porque en todos ellos se refleja su compromiso con las causas sociales y con los más desfavorecidos.

“Retrato de Nueva York” es otro sus reportajes más importantes, ya que desde que se estableció en esta ciudad, numerosas fotografías han inmortalizado la vida de esta ciudad, las mejor cualificadas de todas ellas fueron sobre los atentados del 11-S, en ellas refleja claramente el desastre humano y material que supuso esta tragedia.


El reportaje sobre el “Orfanato rumano: SIDA” nos recuerda su empatía y sensibilidad para captar el sufrimiento de las personas, su continuo compromiso con los más débiles, en este caso, eran niños enfermos de SIDA que habían sido infectados mediante transfusiones de sangre infectada por parte de las autoridades sanitarias controladas por el gobierno, y su denuncia contra los abusos que comenten los “peces gordos”.

Fotografías que informan igual o más que cientos de palabras, fotografías que al verlas un escalofrío te recorre el cuerpo, así son las fotografías de Fournier llenas de mensajes que no deberíamos ignorar, sobre todo aquellos que tienen el poder y que suelen ser los causantes de la pena y miseria ajena.



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